El ecofascismo es una corriente ideológica que mezcla preocupaciones ambientales con políticas autoritarias y excluyentes. A menudo, sus defensores sostienen que la sobrepoblación humana o la degradación ambiental justifican medidas extremas de control, incluso a costa de derechos humanos fundamentales. Sin embargo, esta visión choca con los principios de la ecología contemporánea, que reconoce la interdependencia entre especies y la complejidad de los ecosistemas.
En este contexto, el concepto de especies liminales se convierte en un punto clave para desafiar la visión ecofascista. Estas especies, que habitan en los márgenes entre lo urbano y lo salvaje, incluyen animales como ratas, palomas, zorros urbanos e incluso ciertas plantas invasoras. Su presencia cuestiona la idea de una naturaleza «pura» separada de lo humano y nos obliga a repensar nuestra relación con el entorno. En este artículo se aborda cómo diferentes filósofos y ecólogos han tratado estas cuestiones.
1. Timothy Morton y la ecología oscura: la naturaleza no es pura

El filósofo Timothy Morton, conocido por su concepto de «ecología oscura», sostiene que la naturaleza no es un lugar prístino e idílico separado de los humanos. Para Morton, la idea de «proteger» la naturaleza como si fuera algo externo a nosotros es un error. En este sentido, el ecofascismo parte de una visión idealizada de la naturaleza, donde cualquier presencia humana o artificial es vista como una amenaza.

Las especies liminales desafían esta visión, ya que prosperan en entornos urbanos y demuestran que la distinción entre lo natural y lo artificial es borrosa. Una ciudad no es un ecosistema degradado, sino un ecosistema híbrido donde humanos y no humanos coexisten. El rechazo ecofascista a estas especies refuerza una idea simplista y excluyente del medioambiente.
2. Bruno Latour y la agencia de los no humanos: ¿quién pertenece al ecosistema?
Desde la teoría del actor-red de Bruno Latour, tanto humanos como no humanos son agentes activos en la construcción de los ecosistemas. Las especies liminales no son «intrusas», sino participantes en la ecología urbana. Sin embargo, el ecofascismo suele justificar la eliminación de estas especies en nombre de una conservación que prioriza ciertas formas de vida sobre otras.

Por ejemplo, la eliminación de lobos en ciertas regiones para favorecer a los ciervos (o, más sutilmente, la preferencia por los «animales carismáticos» sobre los considerados plagas) es una decisión política disfrazada de ecologismo. En este sentido, las especies liminales son un recordatorio de que la naturaleza no sigue nuestras categorías de valor.
3. Donna Haraway y la simpoiesis: construir futuros compartidos
La filósofa Donna Haraway introduce el concepto de simpoiesis, es decir, la creación de mundos en conjunto entre especies. En lugar de ver a las especies liminales como invasoras o parásitas, podríamos entenderlas como cohabitantes con los que es posible desarrollar nuevas formas de convivencia.

Por ejemplo, en algunas ciudades se han implementado estrategias para convivir con zorros urbanos en lugar de erradicarlos, reconociendo su papel en el control de plagas. Este enfoque contrasta con la perspectiva ecofascista, que tiende a ver la eliminación como la única solución.
4. Murray Bookchin y la ecología social: el problema no es la naturaleza, sino el sistema
Desde la ecología social, el pensador Murray Bookchin argumenta que los problemas ambientales no pueden separarse de las estructuras de dominación social. La destrucción ecológica no es simplemente el resultado de «demasiada gente» o «especies invasoras», sino de un sistema económico que explota tanto a las personas como a la naturaleza.

Las especies liminales suelen prosperar en entornos degradados por el capitalismo: ratas en basureros mal gestionados, palomas en ciudades con exceso de residuos, jabalíes en zonas deforestadas. En lugar de culpar a estos animales, una perspectiva ecológica crítica sugiere que debemos examinar las causas estructurales de su proliferación.
En última instancia, el debate sobre ecofascismo y especies liminales no es solo una cuestión ecológica, sino política. La forma en que tratamos a estos animales refleja cómo concebimos la naturaleza y nuestra relación con ella. ¿Optamos por la exclusión y el control, o por la adaptación y la coexistencia? Esa es la pregunta clave para el futuro de la ecología y la justicia ambiental.